Lo que nos dice el Señor hoy (Tiempo de Cuaresma)

Martes I de Navidad
Reflexión del Evangelio​

SEÑOR, cuando tus apóstoles Pedro y Juan entraron en el sepulcro y lo vieron vacío, sin tu cadáver, creyeron en tu resurrección. Y después dedicaron su vida a anunciarlo al mundo, pues tu victoria sobre el mal y la muerte cambiaba el rumbo de la historia, y la encaminaba hacia la salvación. Jesús, yo también creo -y experimento- tu resurrección. Alegraos, justos, con el Señor. (Salmo 96, 12a)

 

Miércoles I de Navidad
Fiesta de los Santos Inocentes
Santo Evangelio​

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: <<Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque herodes va a buscar al niño para matarlo>>. José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: <<De Egipto llamé a mi hijo>>. Al verse burlado por los magos, herodes montó en cólera y mandó a matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: <<Un grito se oye en Ramá, llantos y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos y rehúsa el consuelo, porque ya no viven>>.

1 Juan 1, 5 – 2, 2
Salmo 123, 2 – 5. 7c – 8
Mateo 2, 13 – 18​

 

Miércoles I de Navidad
Reflexión del Evangelio​

SEÑOR, todos hemos sufrido alguna vez un castigo sin haberlo merecido. Y entonces nos sentimos muy mal, porque al dolor del castigo se suma la frustración ante la justicia que estamos padeciendo. En ese momento nos unimos a tu sufrimiento en la Cruz, y sentimos tu Amor. Jesús, gracias por estar siempre a mi lado. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador. (Salmo 123, 7ab)

 

Jueves I de Navidad
San to Evangelio​

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la Ley del Señor: <<Todo primogénito varón será consagrado al Señor>>, y para entregar la oblación como dice la ley del Señor: <<Un par de tórtolas o dos pichones>>. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto con la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: <<Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel>>. Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: <<Mira, este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma>>.

1 Juan 2, 3 – 11
Salmo 95, 1 – 3. 5b – 6
Lucas 2, 22 – 35​

 

Jueves I de Navidad
Reflexión del Evangelio​

SEÑOR, María y José, como buenos judíos, te llevaron al templo de Jerusalén y te presentaron ante Dios, tu Padre. Se trata de un ejercicio espiritual que Tú nos invitas a hacer cada día: presentarnos ante Ti, para ponernos a tu disposición. Jesús, aquí me tienes. Alégrate el cielo, goce la tierra. (Salmo 95, 11a)

 

Viernes I de Navidad
Santo Evangelio​

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y dijo: <<Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque herodes va a buscar al niño para matarlo>>. José, se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: <<Llamé a mi hijo para que saliera de Egipto>>. Cuando murió herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: <<Levántate, toma al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño>>. Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre herodes tuvo miedo de ir allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijo los profetas, que se llamaría nazareno.

Eclesiástico 3, 2 – 6. 12 – 14
Salmo 127, 1 – 5
Mateo 2, 13 – 15. 19 – 23​

 

Viernes I de Navidad
Reflexión del Evangelio​

SEÑOR, podrías haber sido criado por un sacerdote en el templo de Jerusalén, o en el desierto por un profeta. Sin embrago, tu Padre tuvo a bien que fueras criado en una humilde familia, en la que creciste en <<sabiduría, estatura y gracia>>. Jesús, te ruego por mi familia, para que, como en la tuya, vivamos unidos por el amor. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos. (Salmo 127, 1bc)

 

Sábado I de Navidad
Santo Evangelio​

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no lo recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: <<Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo>>. Pues su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

1 Juan 2, 18 – 21
Salmo 95, 1 – 2. 11 – 13
Juan 1, 1 – 18​

 

Sábado I de Navidad
Reflexión del Evangelio​

SEÑOR, cuando escuchamos con fe y devoción tu Palabra, sentimos como vienes desde lo Alto para habitar en nuestro corazón, y en él transformas nuestra vida con tu Amor misericordioso. Jesús, te doy gracias por haber hecho de mi corazón tu santa morada. Alégrese el cielo, goce la tierra. (Salmo 95, 11a)

 

Domingo I de Navidad
Primera Lectura​

El Señor habló a Moisés: <<di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con la que bendeciréis a los hijos de Israel: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz”. Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré>>.

Números (Números es el cuarto libro del Pentateuco que es el primer Libro Histórico y trascurre durante el Éxodo en el desierto. Todo del Antiguo Testamento). 6, 22 – 27

 

Domingo I de Navidad
Segunda Lectura​

Hermanos: cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones al Espíritu de su Hijo que clama: <<¡”Abba”, Padre!>>. Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Gálatas (Gálatas es la tercera carta de San Pablo, en ella nos dice que la justificación nos llega por la fe en Cristo y no por la ley de Moisés. Todo del Nuevo Testamento) 4, 4 – 7

 

Domingo I de Navidad
Solemnidad de Santa María, Madre de Dios
Que Dios tenga piedad y nos bendiga
Santo Evangelio​

Los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

Lucas 2, 16 – 21​

 

Domingo I de Navidad
Reflexión del Evangelio​

SEÑOR, en aquella primera Navidad, los pastores regresaron proclamando alabanzas de lo que habían visto y oído en el portal de Belén. Jesús, al meditar este pasaje, siento en mi corazón el amor de tu Madre sosteniéndote en sus brazos. Junto aquellos humildes pastores, yo te alabo.

 

Lunes II de Navidad
Santo Evangelio​

Este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: <<¿Tú quién eres?>>. Él confesó y no negó; confesó: <<Yo no soy el Mesías>>. Le preguntaron: <<¿Entonces qué? ¿Eres tú Elías?>>. Él dijo: <<No lo soy>>. <<¿Eres tú el profeta?>>. Respondió: <<No>>. Y le dijeron: <<¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?>>. Él contestó: <<Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías>>. Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: <<Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?>>. Juan les respondió: <<Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia>>. Eso pasaba en Betania (a 3 Km. De Jerusalén), en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

1 Juan 2, 22 – 28
Salmo 97, 1 – 4
Juan 1, 19 – 28​

 

Lunes II de Navidad
Reflexión del Evangelio​

SEÑOR, como San Juan Bautista, deseo confesar a todos, mi amor a Ti, y no negarlo -o disimularlo- ante algunos de mis familiares y amigos. Jesús, dame valor y sabiduría para dar siempre testimonio de Ti, incluso en las circunstancias más difíciles. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios (Salmo 97, 3cd)

 

Martes II de Navidad
Santísimo Nombre de Jesús
Santo Evangelio​

Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: <<Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mi viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía; pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel>>. Y Juan dio testimonio diciendo: <<He contemplado el Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios>>.

1 Juan 2, 29; 3, 6
Salmo 97, 1 – 6
Juan 1, 29 – 34​

 

Martes II de Navidad
Reflexión del Evangelio​

SEÑOR, según lo marcado por la ley judía, tu Madre y San José te llevaron a Jerusalén para presentarte en el templo. Jesús, yo no puedo presentarte en aquel templo, pero si puedo sentir tu Presencia en lo más hondo de mi corazón. ¡Bendito sea tu San Nombre! Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios. (Salmo 97, 3cd)

 

Miércoles II de Navidad
Santo Evangelio​

Estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: <<Este es el Cordero de Dios>>. Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: <<¿Qué buscáis?>>. Ellos le contestaron: <<Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?>>. Él les dijo: <<Venid y veréis>>. Entonces fueron, vieron donde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima (las cuatro de la tarde). Andrés hermano de Simón Pedro, era uno de los que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: <<Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)>>. Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: <<Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)>>.

Juan 3, 7 – 10
Salmo 97, 1, 7 – 9
Juan 1, 35 – 42​

 

Miércoles II de Navidad
Reflexión del Evangelio​

SEÑOR, muchas veces me pregunto qué es lo que en realidad busco en mi vida: ¿te busco a Ti?, ¿o más bien, intento conseguir egoístamente mi propio beneficio? Jesús, te suplico que me guíes a tu santa morada, porque quiero entregarme generosamente a Ti. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios (Salmo 97, 3cd).

 

Jueves II de Navidad
Santo Evangelio​

Determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: <<Sígueme>>. Felipe era de Betsaida ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: <<Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret>>. Natanael le replicó: <<¿De Nazaret puede salir algo bueno?>>. Felipe le contestó: <<Ven y verás>>. Vio Jesús que se acercaba Natanael y le dijo a él: <<Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño>>. Natanael le contesta: <<¿De qué me conoces?>>. Jesús le responde: <<Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi>>. Natanael respondió: <<Rabí, tu eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel>>. Jesús le contestó: <<¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores>>. Y le añadió: <<En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre>>.

1 Juan 3, 11 – 21
Salmo 99, 1 – 5
Juan 1, 43 – 51​